En la intersección de las rutas 10 y 15, en el kilómetro 8, hacia el este, se encuentra ubicada la Laguna de Rocha. En este rincón del departamento, el Océano Atlántico y la laguna costera están separados por un cordón de arena. La apertura y el cierre de la barra, permite la conexión de aguas continentales y marinas que convierte a la Laguna de Rocha en un sitio de refugio de aves residentes y migratorias, variedades de peces, moluscos y crustáceos, como el camarón, apreciado por su valor comercial.
El área ingresó en el año 2010 al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SNAP) en calidad de Paisaje Protegido, considerando que forma parte de un sistema lacustre costero, característico de la cuenca atlántica del sureste del país. La extensión aproximada es de 22.000 hectáreas, que incluye 7.200 hectáreas de cuerpo de agua, lomadas, llanuras, la franja costera y parte de la plataforma oceánica, característico de la cuenca atlántica del sureste del país.
En el año 2016 se aprobó el plan de manejo del área, en el que participaron docentes del Centro Universitario Regional del Este (CURE). Este plan establece las pautas de uso y gestión del área, conjugando un equilibrio entre conservación y desarrollo para cumplir con los objetivos que justifican que el área protegida forme parte del SNAP.
Desde el CURE hay diversos grupos de trabajo en torno a las lagunas costeras. La institución coordina un convenio interinstitucional con el Ministerio del Ambiente (DINACEA) para realizar un monitoreo estacional de calidad ambiental en las cuatro lagunas costeras que se conectan con el océano: Laguna de Rocha, Castillos, Garzón y José Ignacio. Se analizan componentes como el agua, sedimentos, larvas de peces, organismos, plantas acuáticas, fitoplancton y contaminantes (nitrógeno, fósforo, cianobacterias, entre otros). La información recabada alimenta tanto a la gestión ambiental del Estado como a múltiples tesis de grado, maestría y doctorado, propias y de otras facultades.
Cecilia Laporta y Ximena Lagos, contadora pública y antropóloga respectivamente, ambas docentes CURE e integrantes del Departamento Interdisciplinario de Sistemas Costeros y Marinos (DISCOMAR), se conocieron hace más de una década, en el marco de un Programa de Fortalecimiento Integral (PFI).
Camila Gianotti, arqueóloga, docente integrante del Departamento de Sistemas Agrarios y Paisajes Culturales del CURE y el Laboratorio de Arqueología del Paisaje y Patrimonio (LAPPU), evaluó que el planteamiento del paisaje cultural insertando “a las comunidades vivas” es “un elemento importante de conservación” y “un aspecto central de la identidad de la laguna”
Lagos y Laporta están vinculadas a La Cocina de la Barra, proyecto que se gestó en sus horas de extensión docente y se formalizó en diciembre de 2015. Surgió como “un emprendimiento asociativo de mujeres pescadoras de la Laguna de Rocha”, “donde el enfoque de género no fue pensado de manera previa”, aclaró Laporta. Y en la actualidad, “son ocho pescadoras que viven y trabajan de manera activa en la laguna”. “Algunas más activas en la pesca, otras que aprovecharon la cocina, y le zafan un poco a la pesca. Es un emprendimiento que agrega valor a la pesca artesanal que realizan en la laguna”, remarcó.
Al mismo tiempo, se buscó “reivindicar y recuperar las recetas intrafamiliares”. Allí, apareció “el guiso de camarón y sirí”, puntualmente el cangrejo sirí, “pasó de ser la tortura porque quedaba en las redes y generaba problemas” al “producto estrella”, “hoy es por el que más se paga la pulpa”, mencionó Laporta.
A partir de ahí, mientras “aprendían a cómo mejorar el emprendimiento”, lograron “mejorar sus vidas” y “obtener su independencia económica”, así como empezar a “participar en ámbitos de Comisión Asesora Específica y Consejos Generales de Pesca”. “Cuando el emprendimiento creció, ellas empezaron a mejorar sus viviendas, sus vidas”, lograron una “independencia”, aseguró Laporta. A su vez, comenzó a brotar la necesidad “que venía de hace años, de mejorar, de estudiar cocina, y ahí surgió la idea de terminar el liceo”.
La Laguna Enseña
En respuesta a las demandas de la comunidad, el equipo conformó el proyecto que se denominó La Laguna Enseña, “empezó como un proyecto de inclusión social”, enfocado “en la comunidad”, y “en este proceso nos terminamos dando cuenta que la laguna nos enseña a todos”, señaló Laporta. El objetivo del proyecto fue generar estrategias que contribuyan a proteger las trayectorias educativas de la comunidad de familias de pescadores artesanales de Laguna de Rocha, ayudando a mitigar la desigualdad social a través de la innovación en herramientas pedagógicas interdisciplinarias.
A priori, se llevó a cabo “un diagnóstico que fue muy bueno”, en el cual trabajo Frida Herrera, estudiante de la Licenciatura en Gestión Ambiental, y Carolina Filippi, trabajadora social.
“Sabíamos que este equipo necesitaba crecer porque había muchos frentes”, como por ejemplo “trabajar más con la comunidad y gente que a lo mejor no estaba vinculada a la cocina, pero trabajar desde otro lugar”, expresó Laporta. “Nos dimos cuenta que los niños tienen muy pocas oportunidades de actividades extracurriculares, van a la escuela y vuelven a la laguna y ahí viven, entonces el arte y todas las cosas que ellos pueden expresar de desarrollo es una brecha para ellos, una brecha de desigualdad”, remarcó Lagos.
En ese sentido, ambas coincidieron que “el rol del asistente social ahí es clave”. Filippi llegaba con experiencia de trabajar en liceos “conociendo la estructura y la posibilidad educativa que para nosotros era un mundo más lejano”.
Allí “empezamos a trabajar con el liceo, en contexto de pandemia”, y “presentamos el proyecto, generamos nosotros un programa para que los pescadores terminaran el liceo”. “Ahí nos empezamos a preguntar: ¿cómo aprenden los pescadores? ¿nos basta con traer el liceo y enseñar matemática o letras cuando ellos son gente muy práctica? Sabíamos que lo asociativo, todo el vínculo comunitario, el fortalecimiento y organizativo en términos de la asociación de pescadores, también tenía que desarrollarse a través de algo muy práctico, porque sabíamos que las culturas pesqueras son muy prácticas”, evaluó Lagos.
Más tarde “un grupo de pescadores terminó y dio la prueba acredita para terminar el ciclo básico”, rememoró Laporta. En la actualidad, hay “once personas vinculadas a la educación media en diferentes formatos”. “Cuatro aprobaron el ciclo básico, y hay tres más que se están preparando para darla este año. La mayor parte de las que salvaron el ciclo básico ahora se inscribieron en el liceo, en un programa que te permite dar cuarto, quinto y sexto”, describió.
Además del proceso educativo formal, en el marco del Espacio de Formación Integral, denominado Laguna Enseña, “hay 17 gurises, entre niños y jóvenes, participando en el espacio vinculados a la danza y al arte”. Se trata de talleres con “una perspectiva muy integral que incluye el movimiento, vinculado a la danza como movimiento y la expresión plástica”, señaló Laporta.
Para Camila Gianotti, el planteamiento de paisaje cultural de la Laguna de Rocha, fue “un elemento importante de conservación” que incluyó “a las comunidades vivas”, sus “prácticas, conocimientos y saberes actuales”.
Más tarde quedaría evidenciado, “porque surgió la Cocina de la Barra”, al mismo tiempo con “la promoción de la actividad pesquera a partir de esa comunidad de pescadores que es brutal” y son “un aspecto central de la identidad de la laguna”.
Según Gianotti, la elaboración del primer plan de manejo costero, significó “un hito importante, un aporte sustantivo”. “Es la primera vez que se concibe el paisaje cultural con esa dimensión social, cultural e histórica, tanto de la comunidad de pescadores de La Barra como de La Riviera” que “son parte esencial de esa área protegida, de esa laguna como tal”. “Hay que respetarlos, promover esas formas de vida, también incentivar que sigan allí, porque le da identidad, le da sentido”, reflexionó
A lo largo del proceso en el territorio, también observaron que “los estudiantes del CURE estaban quedando por fuera”. “Nosotras veníamos trabajando desde nuestro rol de extensión, pero sin ningún marco y sin ningún trabajo con los estudiantes”, fue así que buscaron la manera de “compartir” y “capitalizar la experiencia a partir de otros dispositivos”, expresó Laporta.
A su vez, Lagos recordó que “en un encuentro de los primeros egresados de la salida en ordenamiento pesquero de la LGA, se dieron cuenta que muchos hicieron trabajos sobre la pesca, pero sin pescadores o sin pisar puertos”. “Sin salir de este recinto”, añadió Laporta. Ahí, se generó “una demanda” y “también las y los estudiantes” manifestaron “la necesidad de cursos que realmente trabajen con las comunidades”.
Luego de una década trabajando en la laguna, “de un espacio muy cuidado, abrimos el equipo, la comunidad también lo permitió” y se produjo una “retroalimentación muy positiva con las y los estudiantes”. Por lo que decidieron lanzar un Espacio de Formación Integral, con el objetivo de no solo introducir el curso, “sino todas las actividades que venimos haciendo en territorio”, sostuvo Laporta.
Actualmente, el Espacio de Formación Integral cuenta con 10 alumnas del CURE inscriptas, estudiantes de la Licenciatura en Gestión Ambiental, la Licenciatura en Turismo, la Licenciatura en Diseño de Paisaje y la Tecnicatura en Artes Plásticas y Visuales.
“De alguna manera jerarquizamos el trabajo que venimos haciendo con este dispositivo flexible y amplio” que, por un lado, tiene “una línea que es el curso de grado en formación de metodologías participativas y diálogos territoriales para los estudiantes”, describió Lagos. Pero por otra parte, engloba “al grupo de gurisas que vienen trabajando con los niños y los jóvenes en el espacio de arte y expresión corporal”, el trabajo junto al liceo, sumado a “toda la articulación de las trayectorias educativas”.
La Laguna Enseña evidencia cómo la Universidad de la República se hace presente en el territorio. Desde el Centro Universitario Regional del Este, a partir de esta experiencia se articula enseñanza, extensión e investigación, consolidando un Espacio de Formación Integral que pone en diálogo saberes diversos, respondiendo a las realidades y necesidades de la Laguna de Rocha.
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