La Licenciatura en Gestión Ambiental (LGA) tiene una duración de 4 años. La carrera completa se dicta en las sedes de Maldonado y Rocha en cualquiera de sus ciclos de profundización. Mientras que en la sede Treinta y Tres se puede cursar completa con el perfil de profundización en Gestión Sostenible de Sistemas Agrarios.
El doctor en Ciencias Biológicas y coordinador de la trayectoria, Leandro Bergamino, explicó que la trayectoria busca “formar a un estudiante que tenga la interdisciplina como base de su formación”.
“Entendemos que los problemas ambientales hoy, tienen que ser abordados desde un académico que conjugue distintas disciplinas, porque un problema ambiental es lo suficientemente complejo como para incluir aspectos ecológicos, aspectos biológicos, aspectos económicos y aspectos sociales”, continuó.
Para completar el ciclo básico es necesario completar 180 créditos. Y más tarde, las y los estudiantes pueden optar por uno de los cinco perfiles de egreso: ordenamiento territorial, contaminación ambiental, gestión sostenible de sistemas agrarios, manejo de ecosistemas y gestión de recursos pesqueros. “Y cada perfil tiene materias fundamentales que la salida te pide. La idea es que no quede ningún tema por fuera”, señaló Bergamino.
El coordinador describió que “la carrera tiene la característica de aprender haciendo” con los “talleres interdisciplinarios como tronco básico”. “Taller 1, taller 2, son obligatorios. Es lo único que tiene obligatorio la carrera”.
En el Taller 1 se plantea un “problema ambiental, se aprende a abordar ese problema, a cómo plantear el problema”. En el taller 2, “se aprende a plantear el problema, se lo ataca también y se genera un diagnóstico de ese problema”. Mientras que en el Taller 3 “se plantea el problema, se genera el diagnóstico y se genera un plan de gestión”.
“En esos talleres la base es la práctica y salir a estar en contacto con el problema ambiental de primera mano. Entonces la carrera tiene una base fuerte en lo práctico y en las salidas de campo. La base es la metodología de taller”, aclaró. Además, recalcó que “lo fuerte y lo lindo que tiene la carrera justamente es estar lo más posible en contacto con el afuera. Nos enorgullece bastante que el estudiante salga y vaya, estar en el territorio, saber qué es lo que la gente piensa y cómo percibe esos problemas”.
Experiencias
Florencia Reichman, egresada de la licenciatura en 2018, realizó los dos primeros años de la licenciatura viajando. “Iba dos veces por semana a Maldonado y trataba de hacer las materias que entraban en esos dos días, viajando dos días pude hacer los dos primeros años sin problema”, recordó, y evaluó que la carrera “se puede hacer viajando dos o tres veces por semana”.
Según Reichman “la carrera tiene una trayectoria flexible, tiene pocas materias obligatorias, en sí los talleres interdisciplinarios son obligatorios, y son materias de dos veces por semana. También “podes elegir las materias, entonces es bastante flexible para acomodar varias materias en un día solo”. “Si bien ahora muchas carreras de la Udelar tienden a trayectorias flexibles, es algo súper identitario de la Licenciatura en Gestión Ambiental y no creo que haya dos egresados que hayan cursado las mismas materias”, añadió.
Florencia que comenzó sin la intención de recibirse, 10 años después de finalizar sus estudios secundarios, manifestó que la sedujo la modalidad de la propuesta: “Me encantó poder elegir las materias que me gustaban, que me interesaban, y materias generales, introducciones a temas, y después darme cuenta de que la verdad es que quería seguir profundizando y que había materias para profundizar en muchos de los temas que me interesaban, para mí que sea trayectoria flexible fue súper motivante”.
Un elemento “muy interesante, es que estudiando en el CURE estás muy cerca del territorio, entonces hacer salidas de campo es algo bastante común, la parte más práctica en territorio está muy a mano y es muy disfrutable”, reconoció Federico Pírez egresado de la LGA, quien ingresó en 2013 cuando la carrera recién comenzaba.
“Soy de Tacuarembó, así que fui desde lejos a estudiar al este. Me gustaba mucho la naturaleza, entonces era un perfecto maridaje entre algo que era más vocacional”, su interés por “el ambiente y la conservación, con algo que era más identitario, el campo y lo rural”.
“El gran atractivo de la carrera es que tenés materia de todo tipo, tenés las técnico-metodológicas, que son más duras. Las exactas, matemáticas, física, química, que son un filtro importante en la LGA”. A la vez “tenés biología, y están las sociales, antropología, sociología, materias a las que nunca me había acercado”. “Entonces encontrarme con esas disciplinas durante la LGA también fue un gran atractivo, porque lo convierte en una grilla de materias muy variadas”, sostuvo.
En el caso de Carmen Casás, ingresó en la primera generación de la Licenciatura en Gestión Ambiental en el año 2011, actualmente es egresada y se desempeña en el área empresarial del rubro.
“Inicialmente era técnica de laboratorio clínico, me había formado en España, vine a Uruguay y me llegó un folleto de casualidad. Sinceramente, no sabía muy bien qué hacer, y me pareció interesante que fuese una carrera que tuviera ciencias sociales vinculadas a lo que es el medio ambiente”, señaló. “En ese momento estaba en Maldonado, fueron dos cosas muy importantes para elegir la carrera”, de la cual “somos la primera generación que egresó prácticamente”, fue “un poco experimental para todos, también para los profesores”.
Otro aspecto positivo que resaltó Casás sobre la trayectoria son los talleres interdisciplinarios de tópicos regionales: “Me gustó un montón el tema”. “Analizar un problema desde distintos enfoques, y todo lo que es el trabajo interdisciplinario”, donde “todos podemos aprender de todos trabajando en equipo”. También, destacó el “trabajo de gestor”, “poder identificar esa ausencia de conocimiento, tener un salpicón de varias disciplinas” y “la capacidad que vas desarrollando de saber que a veces estás verde en algo, pero podés buscar a la persona que te pueda dar ese conocimiento” o “una base también para poder comprenderlo”.
“Entonces pasás a ser como una especie de coordinador también de proyectos, y aprendes un montón sobre la marcha, en cada proyecto que te embarques vas aprendiendo algo nuevo”, subrayó.
El coordinador Bergamino evaluó que “los egresados de hoy tienen el camino más allanado que los pasados, entonces se va hacia una mayor inserción. El egresado de gestión ambiental lo significativo que tiene es el diálogo de primera mano con los vecinos y con el territorio”.
“Justamente por esta amplitud en la formación hay insertos tanto en la actividad pública, como en la actividad privada, en diferentes consultorías, en diferentes empresas que hoy exigen un monitoreo ambiental. Hay otros estudiantes que prefieren seguir la actividad académica y se insertan en proyectos de investigación, tanto aquí en Uruguay como en el exterior. Entonces es una carrera que de a poco se va dando a conocer”, añadió.
En ese sentido, Florencia Reichman afirmó que “hasta el año pasado habían 33 egresados de la carrera, que tiene 10 años” y “cerca del 65 o 70% están trabajando en temas relacionados a gestión ambiental”. Reichman eligió un camino asociado a la investigación, “que no es el perfil principal del gestor ambiental”, aseguró, razón por la cual “enseguida obtuve una beca de maestría, tengo financiación para seguir con los estudios y estoy asociada a algunos proyectos de investigación”, comentó.
En el caso de Federico Pírez, actualmente trabaja en el Ministerio de Ambiente. “Llegué a raíz de que hice una maestría sobre las fuentes de contaminación difusa y cómo impacta la calidad del agua en la cuenca de Santa Lucía, y a raíz de eso ingresé”, relató.
En cuanto a las tareas que lleva adelante allí, explicó que tiene dos roles. “El rol principal es el control de normativa ambiental que hay en la cuenca de Santa Lucía. Tiene muchísima normativa ambiental que controla los vertidos, la conservación de los bosques y los humedales, en torno a algunos cursos de agua, por ser un sitio muy sensible, porque abastece agua para más de la mitad de la población y específicamente mi rol tiene que ver con la fiscalización”, afirmó. Y por otro lado, el ministerio “tiene un sistema de atención de denuncias que atiende denuncias ambientales” e “integro el equipo”.
“Creo que una vez que te metés en el tema” hay “que tener insistencia”. “La sostenibilidad ahora está sobre la mesa y muchísimo en lo que es el mundo empresarial”, comentó Casás.
Respecto a su ingreso en la empresa Buquebus, Casás reconoció que era un sector del rubro que “desconocía” y en el cual “no pensaba ingresar”. “Fue una sorpresa, y es una sorpresa para mí”. Casás se desempeña elaborando estrategias de sostenibilidad para la empresa: “Tuve que aprender un poco de lo que son las finanzas verdes, primero para traer un barco nuevo, que inicialmente iba a ser a gas natural licuado, tuve que aprender también sobre el gas natural licuado, cómo funciona, por qué emite menos, cómo se calculan las emisiones. Después de que aprendí todo, hice el informe de gas natural licuado, y se cambió la decisión para comprar un barco eléctrico, 100% eléctrico, que va a ser el ferry eléctrico más grande del mundo, que se va a llamar China Zorrilla”.
Casás consideró relevante “siempre estar abiertos a todas las posibilidades, y si hay cada vez más desarrollo”, es necesario “meterse en nuevos desafíos” que surjan. “Cuando tuve la entrevista, me dijeron, gas natural licuado, y dije, ¿qué es eso? Nunca lo hice, no tengo ni idea, pero me animo, lo importante me parece es estar atentos y abiertos, porque hay campo”, acotó.
Pírez estimó que la Licenciatura en Gestión Ambiental como “una carrera nueva, en un rubro de interés creciente como el ambiental, tiene un plus” que les permite a las y los profesionales “salir a innovar”. “Creo que la posibilidad de trabajo cada vez va a ser más en incremento, y creo que todos los egresados, estamos construyendo qué es un gestor ambiental”, valoró.
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